29 junio, 2009


Las palabras que intercambiaban en aquel bistro se perdían antes de que las absorbiera la madera de la pared.
Mientras que la cerveza debaja un cerco blanquecino a cada sorbo en el vaso los silencios se hacían más largos y las miradas carecían de la complicidad de antaño. De fondo, se oía cantar a Luke Pritchard "You don't love me..." para rematar la escena. Pedir la cuenta era la única forma de salir de allí sano y salvo, sin rasgar el corazón.
Todo se había evaporado. La magia quedó en un frío adiós y en un agachar la cabeza hasta torcer la esquina y notar un gran alivio.
Se habían convertido en líneas paralelas que no llegarían nunca a unirse.
reducidos a polvo

2 comentarios:

Psicodélica dijo...

Llevaba tiempo sin pasarme por aquí.
La verdad es que llevaba tiempo sin pasarme por el mundo. El calor parece haberme despertado.

:) bonita!
sigue escribiendo, please!

Cristian dijo...

Sí,la lírica también es mi otro mundo.Gracias y te digo lo mismo
sigue escribiendo.Aquí tienes un lector bastante usual:)