26 octubre, 2008



Déjame correr. Libre. Libérame de la gruesa cuerda que me ata a tí: tú me sujetas vigorosamente, yo tiro manchando de sudor mi vieja camiseta. Me empieza a faltar el aire. Grito.

-Quiéreme,

me susurras al oído, pero mis tímpanos ya no sienten tu voz. Te creo lejos, más allá de donde la vista puede alcanzar. Todo es frío a mi alrededor... pero sigues ahí, a dos centímetros de mis labios que no te quieren tocar más.

Pero la cuerda se desgaja, al fin. Aún nos une un hilo dorado que te llena de esperanza y a mí me sume en la agonía. Sólo tú puedes cortarlo e ir a buscar otra manera de creerte pleno y feliz.

19 octubre, 2008



Cuán vulnerables somos, mi amor.

Con una mirada, eres frágil por un momento: te quedas inmovilizado, el corazón se te acelera, una sonrisa se dibuja tímidamente en tu boca y balbuceas incontrolablemente.

Con una bofetada te ruborizas, te quedas sin habla, te avergüenzas de lo que has hecho y quisieras dar marcha atrás para no errar.

Con una caricia te estremeces, se te pone el vello de punta, te entra un escalofrío.

Con un beso... qué decir de él.

A veces no entiendo por qué todos nos hacemos los fuertes, al final nuestra debilidad saldrá a la luz y alli llegaremos a la auténtica sinceridad con nosotros mismos.

12 octubre, 2008


Los primeros rayos de sol entraban por el cuarto. Ella abrió un poco los ojos y con torpeza palpó el otro lado de la cama. Estaba congelado, la almohada ya no desprendía ningún olor a perfume masculino. Un escalofrío le recorrió el cuerpo. Ahí estaba ella, una mañana más: El cenicero repleto de colillas y una botella de vino vacía encima de la mesa. La noche anterior había estado festejando. Pero, ¿celebrando qué? ¿su independencia y su libertad de ataduras?
Rompió a llorar, por milésima vez aquella mañana. Otro día más, su vida seguía incompleta y su corazón vacío de nuevas esperanzas

05 octubre, 2008


Hay veces en las que nos creemos genios, sin serlo... y nos permitimos el lujo de hablar sin saber. Al final nos damos cuenta de que somos más ignorantes de lo que pensábamos... y eso resulta aterrador.

02 octubre, 2008

Au revoir mon amour


Voy cuesta abajo y sin frenos. Ya no hay nada ni nadie que me pueda parar, debo chocar con esa pared que calculo que está a unas 24 horas a partir de ya. Nada es eterno para mí, lo efímero se ha convertido en mi modo de vida. Sacaré fuerzas y le diré: Adiós, y no: Hasta luego, como he hecho muchas veces antes.
Solo espero encontrar algo o alguien que me lleve otra vez al punto más alto de la cuesta y llenar el vacío que dejó ese alma que un día me hizo tan feliz.