26 octubre, 2008



Déjame correr. Libre. Libérame de la gruesa cuerda que me ata a tí: tú me sujetas vigorosamente, yo tiro manchando de sudor mi vieja camiseta. Me empieza a faltar el aire. Grito.

-Quiéreme,

me susurras al oído, pero mis tímpanos ya no sienten tu voz. Te creo lejos, más allá de donde la vista puede alcanzar. Todo es frío a mi alrededor... pero sigues ahí, a dos centímetros de mis labios que no te quieren tocar más.

Pero la cuerda se desgaja, al fin. Aún nos une un hilo dorado que te llena de esperanza y a mí me sume en la agonía. Sólo tú puedes cortarlo e ir a buscar otra manera de creerte pleno y feliz.

3 comentarios:

blo dijo...

me ha llegado :')
mñn t cuento el planning del sabado q pinta bien

Jalo dijo...

Ese hilo que une a dos personas solo lo pueden romper dos personas, lo malo es que si una de ellas dos no esta capacitada para romperlo, para desembarazarse del amor caduco, para romper con el pasado, el peso del poder y las tijeras de plata son únicamente para el que aún anda cuerdo y quiere separarse, está en él porque la otra persona esta enajenada creyendo que de momento el hilo, ese hilo es poderoso y firme. Te toca luchar por el bien de los dos.

brevedaddelosdias dijo...

si tu saltas,
yo voy detrás :)