07 julio, 2009

Aceras inconexas


rellena la copa de historias que contar y desempolva los vinilos del fondo del cajón.
Hagamos funcionar el viejo equipo de música y que las notas fluyan por sí solas; las canciones románticas que bailaban nuestros abuelos vuelven hoy a sonar.
No me vengas con excusas para no bailar conmigo, sabes bien que no me importa que seas tú quien me pise. Mientras entrelaces tus manos con las mías toda la noche, no me importa acabar visitando al podólogo. Mientras estés cerca, qué importa ya.

Qué pena que todo brote de mi imaginación. Escucharé los viejos temas hundida en la copa y balbucearé un nombre, ¿tu nombre?

2 comentarios:

Psicodélica dijo...

zurda. me equivoco?
tralarilarilaa.
margaritas!

Anónimo dijo...

Bonito y romántico texto y foto... Y haces bien tocando la guitarra: "el que canta su mal espanta".

Y como la guitarra, además de para ahuyentar demonios y penas, también sirve para celebraciones, yo mañana (que por fin termino los exámenes :D) estaré por la noche con amigos/as tocando y cantando al aire libre (seguramente en Santo Domingo). Si te quieres pasar (incluso trayéndote tu guitarra), invitada estás ;)

Por cierto, ¿compones?