14 octubre, 2009

The Murderer



Jugabas con su corazón, ahora papel rasgado. Agonizó desde que soltaste la anilla a la granada de vuestra pasión.
Te miró, sólo tuvo unos instantes, y supo, temeroso, su fin.
Pero antes de explotar en mil pedazos no olvidó apretarte la mano y, con los ojos cerrados, sonreir. Tú, asesino, le mataste; pero en la autopsia al músculo rojo inerte no hallaron rastro alguno de rencor, ni odio, ni dolor.
Ahora ríe, eres libre del peso de la culpa. Pero nunca residirá en tí el amor que te brindó cada ventrículo, cada válvula de ese órgano enterrado ya, en el subconsciente.

3 comentarios:

brevedaddelosdias dijo...

que curioso hermana,como las historias se repiten. Porue parece copia de otra que yo me sé...

Cristian dijo...

xk tanto subconsciente?

Psicodélica dijo...

Corazones de papel pintando.

:)