Cuando el tren pasa, los cimientos se resienten y la vibración llega hasta mi cuartito del quinto piso. Veo el agua del vaso balancearse de un lado a otro y cierro los ojos para verme a mí misma en un velero, sintiendo la sal en la piel y el ruido del agua que corta la proa.
El traqueteo cesa. Volver la mirada al cuarto se hace dificil,si no noto tu respiración en la nuca cuando doy vueltas a la almohada. Me hallo en unas sábanas desconocidas, a kilómetros de tu piel. Y ahora sólo cuento los días para abrirme paso entre el gentío de la estación y encontrarte otra vez.